La Fundación Antonio Restrepo Barco, organización social que trabaja en favor de niños, niñas, adolescentes y jóvenes en condiciones vulnerables en Colombia anunció a comienzos de 2018 el nombramiento de Isabella Mariño Rivera como nueva Directora Social de la Fundación.

Isabella, es abogada de la Universidad de los Andes y especialista en Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Colombia. Entre los cargos desempeñados en su vida profesional, fue Abogada asesora para litigio estratégico en Derechos Humanos en el Ministerio de Relaciones Exteriores, Investigadora en la Dirección de sector empresarial, conflicto y construcción de paz de la Fundación Ideas para la Paz y Coordinadora de Responsabilidad Social Empresarial en OXY (Occidental Petroleum Corporation).

 Isabella Mariño Rivera es esposa, mamá y deportista apasionada por poner al servicio de la sociedad sus conocimientos y competencias, de cara a dejarle un mejor país a las nuevas generaciones. Cree en la búsqueda del equilibrio entre la vida familiar y el trabajo, pensando en que en el quehacer profesional se debe buscar romper los círculos de pobreza y violencia de la sociedad en la que vivimos a través del esfuerzo diario, no importa el sector en el que estemos ni el cargo que tengamos, cada uno hace la diferencia cuando trabaja con pasión.

El principal reto consiste en darle un nuevo norte estratégico al trabajo social de la FRB, a partir de un diagnóstico interno sobre las fortalezas y retos de la organización, y considerando las oportunidades y desafíos del entorno social y político global y local de nuestro país. No podemos ser ajenos a la apuesta de la comunidad internacional por movilizar las metas trazadas en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ni a la coyuntura que vive actualmente el sector social a nivel nacional, derivada principalmente de cambios en la normatividad. Tampoco podemos ignorar el llamado que tenemos como país a aprovechar la coyuntura del postconflicto como excusa para ponernos de acuerdo en lo fundamental. Dentro de esos acuerdos hay dos ejes de acción que serán primordiales para el futuro del país y de la FRB: la educación y la ruralidad.

¿Qué representa para la Fundación un Programa como lo es Transformación Educativa para la Vida?

El Programa Transformación Educativa para la Vida es uno de los productos estrella en sus últimos 10 años, no solamente por el impacto que ha tenido en las escuelas aumentando en promedio un 14% los indicadores de gestión y calidad, sino porque ha sido nuestra puerta de entrada para trabajar con un aliado estratégico como es ISA. En aras de poder informar con precisión sobre los resultados del programa en el segundo semestre de 2018 se desarrollará la medición de impacto a través de una consultoría externa.

¿Cuál compromiso quiere asumir la Fundación o esta nueva dirección con la educación del país?

Esa respuesta tiene mucho con ver con nuestra comprensión sobre cuál debe ser el rol del sector social en intervenciones que prioritariamente son responsabilidad del Estado como es la educación. La FRB cree firmemente que las fundaciones deben actuar como laboratorios sociales, enfocados en emprender nuevas apuestas en cuanto al qué y al cómo solucionar problemas sociales de gran envergadura. De ninguna manera la apuesta consistirá en sustituir funciones constitucionales del Estado, pero sí en lograr demostrar cuáles y qué tipo de intervenciones pueden resultar detonadoras de procesos de desarrollo de alto impacto.

Es así como a través de proyectos, alianzas e incidencia en política pública, la FRB aspira a potenciar el desarrollo rural a través de la puesta en marcha de modelos educativos sostenibles, adaptables y medibles enfocados en niños, niñas, adolescentes y jóvenes (NNAJ) entre los 10-25 años.

¿Cómo se sueña la educación de Colombia?

Sueño con una Colombia incluyente, en la que, sin importar su origen racional o lugar de nacimiento, todos los NNAJ encuentren en el ámbito de la educación formal escenarios de movilidad social, crecimiento y reflexión, que los lleven a ser el norte del desarrollo de un país a partir de pilares democráticos y de buen gobierno. Es iluso creer que podemos salir de nuestro estado de aletargamiento como Nación sin una política educativa seria, que lleve a todos los ciudadanos (y no solo a unos pocos) a ser agentes de cambio, agentes de desarrollo sostenible.

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