'... Hasta que nos vamos del todo'

Janer Guardia López
Gestor Antioquia

A las cinco de la mañana el bus inicia el recorrido desde el municipio de Anorí hasta la vereda El Roble. Es el primer tramo para llegar a las escuelas Montefrío, Pajonal y La Casita, centros educativos rurales que adoptaron el mismo nombre que llevan sus veredas. Botas, agua, capa impermeable, sombrero y poco equipaje son indispensables para trepar la cordillera, es una auténtica travesía.

Los caminos son difíciles y el recorrido es acompañado por niños de la región, expertos caminantes que guían el paso de la bestia (caballo o mula) y transportan a aquel foráneo por entre los escarpados senderos de la montaña. Incontables historias emanan de las conversaciones con aquellos niños inmunes a la adversidad del terreno y generosos con el discurso, una experiencia vital de infinitos aprendizajes.

Mulas reventadas por artefactos explosivos, personas mutiladas y muertas por la acción de minas antipersonal. Historias de caminos que abrieron los "antiguos", como se refieren los niños muy probablemente a los indígenas y primeros pobladores de las montañas anoriseñas. Y otros tantos relatos producto de su imaginación popular y su pensamiento mágico-religioso.

Mientras se sufren los impases de la bestia, sus sustos, sus resabios, su cansancio, sus resbalones y sus caídas, el clima arrecia y la dureza de las rocas augura un destino fatal. Adelante, la alegría de aquellos niños del campo que aún van a la escuela y trabajan para ayudar a sus familias, despejan la bruma y contagian con optimismo al extranjero incognito, maravillado.

"El campo ya no es lo mismo, antes se vivía sabroso, ahora está muy difícil conseguir la comida", comenta Don Gilberto, un habitante de La Casita que trepa a pie la cordillera con su costal al hombro. Su rostro evidencia el trasegar de muchos años.

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La tarea está cumplida cayendo la tarde, se respiran las nubes que se pasean libres en lo alto, y vuelve don Gilberto a pie, pero esta vez a descolgar la montaña:

- Don Gilberto, ¿cómo va?

- ¡Ahí mijo!

- ¡Otra vez a pie!

- (Risas) sí mijo, otra vez a pie.

- ¿Y cómo hace usted Don Gilberto?

- Ahí nos vamos yendo despaciesito, hasta que nos vamos del todo.

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